La geomorfología es la rama tanto de la geología como de la geografía, que estudia las formas de la superficie terrestre, para comprender su origen, transformaciones y comportamiento actual.
Para ello, acude a menudo a otras ciencias en busca de herramientas y conocimientos. Su objetivo es construir modelos geomorfológicos que detallen, a lo largo del tiempo, los procesos destructivos y constructivos que arrojaron como resultado el paisaje terrestre observable.
Dichos procesos se clasifican, de acuerdo a los intereses de la geomorfología, en cuatro categorías, según su naturaleza:
– Geográficos, cuando intervienen en ello los elementos de la geografía como el clima, el suelo, la gravedad, la acción fluvial, marítima o los vientos.
– Bióticos, cuando son consecuencia de la acción de diversas formas de vida no humana, como la vegetación, los microorganismos o los animales que intervienen en numerosos procesos erosivos.
– Geológicos, cuando son los propios de la dinámica de la Tierra, como las placas tectónicas, el vulcanismo, la orogénesis, etc.
– Antrópicos, cuando son fruto de las actividades humanas, ya sea a favor o en contra de los procesos erosivos.